Aunque el análisis del suelo marca buenos niveles de fósforo, muchas veces las plantas no pueden absorberlo. ¿Por qué ocurre y cómo se soluciona?
En nuestros suelos, el fósforo está presente en cantidades importantes. Sin embargo, no siempre está disponible para la planta. Es un clásico: el análisis de laboratorio indica niveles adecuados, pero el cultivo no responde como debería. Entonces, surge la pregunta clave: ¿dónde está ese fósforo que la planta no ve?
Un elemento esencial, pero poco móvil
El fósforo es fundamental para el desarrollo radicular, la floración y la producción de energía en las plantas. Pero tiene un gran problema: es muy poco móvil en el suelo. Y lo que es peor: tiende a fijarse rápidamente con calcio, hierro o aluminio, quedando bloqueado en formas que la planta no puede absorber.
El rol invisible de la biología
Cuando hablamos de disponibilidad de fósforo, no alcanza con mirar el resultado de un análisis químico. El verdadero actor oculto es la microbiología del suelo. Son los microorganismos los que movilizan ese fósforo bloqueado y lo transforman en formas asimilables para la planta.
En Suelo Sano, trabajamos desde hace años en potenciar esa biología natural, fomentando comunidades microbianas activas y diversas que liberen nutrientes de forma progresiva y sostenible.
Soluciones reales para un problema silencioso
No se trata solo de aplicar más fósforo. Se trata de activar el suelo para que trabaje con vos, no contra vos.
Con enmiendas biológicas como Maxoil, aportamos ácidos húmicos y fúlvicos que nutren la microfauna del suelo, mejoran la estructura y promueven un entorno fértil y activo. Además, desarrollamos estrategias combinadas según el diagnóstico de cada lote, para que el fósforo no se pierda… sino que llegue donde debe: a la planta.
¿Qué hace Suelo Sano para cambiar esto?
No alcanza con saber cuánto fósforo hay. Lo importante es saber cuánto fósforo puede usar tu planta. Y eso depende de la vida del suelo. En Suelo Sano, trabajamos para que esa vida esté más activa que nunca.